El pasado día 25 de febrero cumplí los ochenta años de mi vida. Fue un día esperado con ilusión, como si fuera una etapa que había que llegar y traspasar; no todas las personas pueden llegar a esa edad y menos con la salud que estoy disfrutando en estos momentos. Por eso di gracias a Dios, Padre y Creador de la vida, por haberme concedido celebrar ese día con mis hermanos de comunidad, personas amigas y conocidas y con las llamadas telefónicas de mis hermanos desde Palma de Mallorca y de Holanda y otra del P. Provincial Florencio Rosselló unos días después.
Desde el año 1955, que llegué por primera vez a Venezuela, he trabajado ininterrumpidamente en varios campos del apostolado sacerdotal en Tu cacas y en Caracas: parroquias, colegios, asesor de movimientos cristianos y en el campo penitenciario tanto en Venezuela como en América Latina y del Caribe dependiendo del Celam.
En el año 2002 fui jubilado del cargo de Capellán General de Prisiones del Ministerio del Interior y Justicia de Venezuela después de ejercer el cargo durante cuarenta años muy exactos. En octubre de 2006, a la edad de 76 años, dejé de ser superior y director del Colegio Tirso de Molina. Desde el año 1958 que fundé el Colegio Parroquial San Ramón Nonato desempeñé el cargo de director del mismo colegio parroquial y varias veces el del Colegio Tirso de Molina. Fueron muchos años de trabajo intenso en esta mi segunda patria en donde tuve muy pocas decepciones y fracasos y muchísimas satisfacciones. Por todo esto, repito, doy gracias continuamente al Señor, a mi madre santísima la Virgen de la Merced que desde mi infancia fue mi devoción predilecta al calor de una familia profundamente muy cristiana. Doy gracias también a la Orden de la Merced que me recibió como miembro, que me formó y me preparó para ejercer las responsabilidades que la misma Orden puso sobre mí y me ayudó a cumplirlas con el apoyo y los consejos de mis hermanos que me acompañaron durante tantos años.
¿Qué hago ahora? En los casi dos años que siguieron a mi vida de “jubilado”, tiempo que sufrí las consecuencias de pasar de un campo de mucho trabajo y responsabilidad a una etapa de tranquilidad y reposo, ahora me siento muy tranquilo con buena salud, asisto a todos los actos de comunidad y además tengo más tiempo para dedicarme a leer (me gusta leer con tranquilidad y sin prisas las noticias de cada día de los dos principales diarios de Caracas) y a escribir los “recuerdos, vivencias y crónicas” en relación a los cincuenta y tantos años que la Provincia de Aragón tiene en Venezuela. Este trabajo me lo han pedido reiteradamente porque soy el único mercedario que he vivido ininterrumpidamente en Venezuela desde el año 1955. Quisiera añadir otros escritos sobre la Pastoral Penitenciaria en Venezuela y en América Latina y el Caribe por razón de haber ejercido el cargo de Capellán General de Prisiones y haber sido el promotor de la Pastoral Penitenciaria en el Celam.
Espero que el Señor me conceda los suficientes años de vida para cumplir con estos compromisos, si esa es su voluntad. Por lo demás, procuraré siempre estar dispuesto al llamado de Dios, ya que los años y los días con sus minutos y segundos de la vida de uno dependen de Aquel que nos creó y nos hizo a su semejanza.
Agradezco de todo corazón a tantas personas que confiaron en mí y me brindaron su amistad.
Finalmente quiero agradecer profundamente a todos mis hermanos en religión, especialmente a los que me acompañan en esta comunidad de San Bernardino, todas las atenciones que cada día tienen conmigo y que sepan disculparme de los achaques que pueda tener por mis ochenta años y por los que me quedan de vida.
Gracias, mil gracias.
Padre Fr. Guillermo Ripoll Oliver O. de M.
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